JUJUTSU TRADICIONAL


Todo el mundo conoce el ju jutsu , o mejor dicho todo el mundo cree conocerlo.
Todos hemos oido hablar del ju jutsu brasileño, el ju jutsu moderno, ju jitsu, jiu jutsu, etc... pero en realidad existen muy pocas personas en Europa que conozcan el ju jutsu tradicional.

Podríamos decir que la forma más pura de ju jutsu es el ju jutsu tradicional y que cada forma de ju jutsu moderno, judo, aikido, y aikijutsu tienen su origen en el ju jutsu tradicional.
Si tomamos el Aikido por ejemplo vemos que tiene sus raíces en la Kukishin Ryu ju jutsu y en Daito Ryu Aikijutsu. Judo lo tiene en Kito Ryu ju jutsu y el ju jutsu moderno que se enseña en occidente es una mezcla de Judo, Karate y Aikido.

En occidente existen muy pocas escuelas tradicionales, como son por ejemplo Daito Ryu y Hakko Ryu aunque hay que puntualizar que ésta última desciende de la anterior.
Otra de ellas es la Kokusai ju jutsu Renmei que tiene representación en varios países y que cuenta con 11 escuelas tradicionales que enseñan el auténtico ju jutsu.

Esta federación internacional está representada dentro de Europa en el Reino Unido, Bélgica, Holanda, Grecia y España en donde está representada por el belga Peter Vermeeren, uno de los occidentales con mayor grado, además de ser Uchi Deshi del Gran Maestro Tanemura,.
Esta federación no se limita a una sola escuela sino que el alumno cuenta para aprender, con una variedad de ellas como son:

Hontai Takagi Yoshi Ryu
Asayama Ichiden Ryu
Itten Ryushin Chukai Ryu
Tenshin Ryu
Kijin chosui Ryu
Araki Shin Ryu
Yagyu Shingan Ryu Kacchu Yawara
Bokuden Ryu
Tenshin Hyoyo Kukamishin Ryu
Shinden Tatara Ryu
Hakkesho (Paqua)...

Cada escuela es diferente y cuenta con diferentes técnicas .Algunas de ellas son muy duras y brutales mientras otras se dirigen más al uso de la fuerza interior. Escuelas como Itten Ryushin Chyukai dan mucha importancia a las patadas, golpes y a técnicas extremas contra proyecciones y llaves, mientras Araki Shin Ryu trabaja más con llaves de muñeca y brazo.

Takagi Yoshin Ryu conocida como una escuela para los Hatamoto, guardaespaldas del Shogun y Daimyo, es muy famosa por sus eficaces técnicas que son enseñadas incluso hoy en día a los equipos especiales S.WA.T en Cánada.
Las técnicas de Takagi Yoshin Ryu son muy extensas con llaves en las muñecas, codos, rodillas, tobillos, cuello y espina dorsal. Proyecciones que impiden que el oponente pueda romper la caída, estrangulaciones que dejan al oponente inconsciente en 3 o 4 segundos, puntos de presión con los que puedes inmovilizar partes del cuerpo, etc... son otros de los puntos que hacen que esta escuela sea algo especial.

Asayama Ichiden Ryu es conocida por las técnicas de desarme y el uso del Te No Uchi, un palo corto de aproximadamente 15 cm de largo y 2 cm de grosor. Las técnicas de Te No Uchi son extremadamente dolorosas y todavía hoy en día son especialmente indicadas para la policía y personal de seguridad pero también para las mujeres ya que con este tipo de arma alcanzan una mayor efectividad al permitirles aumentar la fuerza.

Yagyu Shingan Ryu es un estilo que enseña a pelear con armadura, lo que ya no se hace hoy en día, aunque sí se sigan practicando demostraciones con ella. La dinámica de esta escuela es algo aparte, la manera de moverse y realizar el contraataque es la de realizar la mínima fuerza y lograr la mayor efectividad. Los golpes en esta escuela tienen tanta fuerza y momento que pueden romper facilmente una armadura japonesa.

Kijin Chosui Ryu y Tenshin Ryu son escuelas de “ Karate Samurai”. Aunque la mayoría de las escuelas de karate proceden de Okinawa, los samurai contaban también con sus exclusivas escuelas especializadas en patadas y golpes. Ambas escuelas son conocidas como muy extremas en sus técnicas, ambas combinan duras patadas y golpes con proyecciones poco convencionales en donde el oponente casi siempre es proyectado sobre su cabeza, o se rompe los brazos al ser proyectado.

Como último ejemplo, Hakkesho, palabra japonesa para Paqua, es una escuela china en la que era instruida, el siglo pasado, la guardia real del emperador chino. Los movimientos básicos son difíciles de dominar, existiendo en este sistema 2 katas de iniciación con 8 movimientos cada uno, Chi Kung y 74 técnicas en línea recta.

Esto son solo algunos ejemplos de escuelas en la Kokusai ju jutsu Renmei. Un alumno al comenzar a entrenar en este sistema aprende primero y sobretodo las técnicas básicas de las diferentes escuelas , estrangulaciones, golpes, patadas, proyecciones, puntos de presión,etc... para después de un tiempo y dependiendo del entrenamiento comenzar a aprender las técnicas avanzadas de cada escuela. Esto no son simplemente técnicas avanzadas, son técnicas que durante la historia de la escuela han sido probadas muchas veces en situaciones reales de vida o muerte y en diferentes confrontaciones en el campo de batalla. A partir de 3 º Dan el alumno aprende cada escuela por separado, comenzando con el Shoden Menkyo hasta el Menkyo Kaiden.

EL ENTRENAMIENTO DEL SAMURAI


Me dijeron que un maestro de sable ya anciano había dicho esto: “El Samurai debe entrenarse toda su vida”, y para ello hay una razón. Al principio, incluso en caso de práctica regular, uno no tiene la sensación de progresar. Uno se sabe poco hábil y ve a los demás a su propia imagen. En este estadio es inútil precisar que no se es de ninguna utilidad al servicio del Daimyo. Cuando se alcanza un estadio mediano, uno no es todavía de gran utilidad pero toma conciencia de sus deficiencias y empieza a notar las imperfecciones de los otros.

Cuando un Samurai alcanza un nivel superior, es capaz de tomar, por propia iniciativa, decisiones en cualquier situación, de tal manera que ya no necesita los consejos de los otros. Un Samurai es, podemos decirlo, útil al Daimyo. Luego, por encima de este nivel, están aquellos cuyo rostro jamás revela lo que piensan, los que no hacen jamás gala de su habilidad, que fingen ignorancia e incompetencia. Y lo que es más: respetan la habilidad de los otros. Para muchos, ésta es la ambición más alta. Pero a un nivel todavía más elevado existe un dominio que supera la habilidad del común de los mortales. El que se compromete a fondo en la Vía de este campo, toma conciencia de que su entrenamiento será ilimitado y que no podrá estar jamás satisfecho de su trabajo. Por esto un Samurai debe conocer sus debilidades y pasar su vida corrigiéndolas sin jamás tener el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente. No debe, naturalmente, tener demasiada confianza pero tampoco sentirse inferior.

Yagyu, el maestro de la Vía del Sable, que enseñaba al Shogun Tokugawa, decía: “Yo no sé cómo superar a los otros. Todo lo que sé es cómo superarme a mí mismo”. El se decía: “Hoy, yo soy mejor que ayer, mañana todavía seré superior”. Un verdadero Samurai consagra todo su tiempo al perfeccionamiento de sí mismo. Es por ello que el entrenamiento es un proceso sin fin.

Entre las proclamaciones públicas que ha hecho el Señor Naoshige, se encuentra la siguiente: “Las decisiones importantes deben ser tomadas con calma”. Ittei Ishida (sabio confucionista de Han Sagan y maestro Jocho Yamamoto) explica: “Los asuntos menores deben ser estudiados con seriedad. Hay pocos problemas realmente importantes, solamente se presentan más de dos o tres en toda una existencia. Una reflexión cotidiana os convencerá. Es por ello que es indispensable prever lo que conviene hacer en caso de crisis. Cuando ésta se manifieste, habrá que acordarse de la solución, para resolverla en consecuencia. Sin una preparación cotidiana, cuando sobrevenga una crisis delicada, se será incapaz de tomar una decisión rápida, lo que conlleva el riesgo de consecuencias desastrosas”. ¿No es entonces posible decir que para poder tomar con calma decisiones importantes, hay que prepararse cada día con resolución?

En el curso de una reunión cuya meta era examinar la oportunidad de conceder una promoción a cierta persona, se tuvo noticia de que la misma, anteriormente, era muy aficionada a la bebida. Por lo tanto, los participantes estaban muy propensos a negarle su adelanto. Sin embargo, uno de ello intervino: “No animar a un hombre porque ha cometido un solo error, es impedir que mejore. Si un hombre, que ha flaqueado una vez, muestra, por una conducta irreprochable y conforme a las reglas, que lamenta sinceramente su error, es eminentemente útil a su Señor. Siendo así, animadlo”..Entonces, uno de los presentes dijo: ¿Asumís la responsabilidad de tal decisión?”

Después de que él hubo dado tal seguridad, la asistencia le rogó que diera sus razones.

Dio esta respuesta: “Lo avalo porque sé que se ha equivocado una vez. No se puede conceder confianza al que no ha cometido jamás errores”. Fue de este modo que el interesado consiguió su promoción.

Un día, un hombre cayó en desgracia porque había descuidado reparar el insulto que le había sido hecho. La única manera de vengarse era lanzarse sobre el campamento enemigo y combatir hasta la muerte. Un Samurai que se lanza desesperadamente al combate no puede caer en desgracia. Es porque uno espera la victoria que la misma se nos escapa. El tiempo corre cuando uno espera que el enemigo no sea tan numeroso para no estar uno en desventaja. A fuerza de esperar, incluso puede ser que uno olvide la injuria y que abandone la venganza. Pero cuando los enemigos son numerosos, si uno se agarra al terreno con la determinación de diezmarlos a todos, la pelea se resolverá deprisa. El curso de la acción transcurrirá probablemente de buena manera. Incluso cuando los cuarenta y siete Ronins del clan Asano, que acabaron por atacar a Kira una noche para vengar la muerte de su Amo, ya habían fallado en su salida. Deberían haberse suicidado ritual e inmediatamente Sengakuji. Se tomaron tiempo para vengar la muerte de su Señor. Kira habría podido caer mortalmente enfermo antes de que hubieran ejecutado su plan. En este caso, habrían perdido irremediablemente la ocasión.

Por regla general, yo no critico el comportamiento de los otros, pero puesto que nosotros estudiamos la vía del Samurai, debo añadir esto: si no se consideran con cuidado y por adelanto todas las eventualidades, cuando ocurre el suceso no se está en medida de contestar adecuadamente y uno es deshonrado.

Escuchar estos consejos e intentar comprender la esencia de las cosas, constituye una preparación para tomar decisiones antes de que sobrevenga la crisis.

La vía del Samurai exige, entre otras cosas, que se esté siempre dispuesto a someter a prueba la firmeza de su resolución. Noche y día, el Samurai debe seccionar sus pensamientos prepara una línea de acción. Según las circunstancias, puede ganar o perder. Pero evitar el deshonor es un hecho distinto de l victoria o de la derrota; para evitar el deshonor tal vez le será necesario morir. Pero si, desde el principio, las cosas no se desarrollan como había previsto, debería intentarlo de nuevo. Para ello, ninguna sabiduría ni habilidad particular son precisas. El Samurai valiente no piensa en términos de victoria o derrota; combate fanáticamente hasta la muerte. Sólo de este modo realiza su destino.

No es bueno tener fuertes convicciones personales. Si, al perseverara y concentrarse, un Samurai adquiere opiniones muy marcadas, podrá estar tentado a pensar con precipitación que ya ha alcanzado un buen nivel de realización. Esto debe ser desaconsejado formalmente. Un Samurai debe, por asiduidad, llegar primeramente a la maestría absoluta de los principios básicos y luego continuar su entrenamiento de tal manera que sus técnicas lleguen a la madurez. Un Samurai no debe jamás relajar su esfuerzo sino que debe perseverar toda su vida en el entrenamiento. Pensar que uno puede relajar la disciplina del entrenamiento porque simplemente ha hecho algún descubrimiento personal, es el colmo de la locura. Un Samurai debe estar constantemente animado por el pensamiento siguiente: “En tal o cual punto todavía disto mucho de la perfección” y consagrar toda su vida más y más al perfeccionamiento, buscando asiduamente la vía verdadera. Es por una práctica así que se puede encontrar la Vía.

No hace aún cincuenta o sesenta años que los Samurais hacían sus abluciones cada mañana, se afeitaban la cabeza y perfumaban el moño. Luego se cortaban las uñas de las manos y de los pies, las limaban con piedra pómez y luego las pulían con hierba Kogane. No mostraban jamás señal alguna de pereza en este asunto y se cuidaban con atención. Después el Samurai verificaba su sable largo y su sable corto para comprobar que el óxido no los deterioraba; les quitaba el polvo y los limpiaba para cuidar su brillo.

Tomar tal cuidado de su apariencia puede parecer una manifestación de fatuidad pero esta costumbre no provenía de una inclinación para la elegancia o lo romancesco. Uno puede ser llamado en cualquier momento a librar una dura batalla; si se muere habiendo descuidado su pulcritud, se da muestra de una relajación general de las buenas costumbres y uno se expone al desprecio y al descuido del adversario. Esta es la razón por la cual los viejos y jóvenes Samurais han aportado siempre un gran cuidado en su presentación. Un escrúpulo tal puede parecer una pérdida de tiempo y una ocupación muy fútil, pero forma parte de la vida del Samurai. En realidad, ello precisa menos esfuerzo y tiempo de lo que parece. Si quiere estar dispuesto a morir, un Samurai debe considerarse ya muerto; si es diligente en su servicio y se perfecciona en las artes militares, no se cubrirá jamás de vergüenza. Pero si se dedica a hacer egoístamente lo que le plazca, en caso de crisis de deshonrará. Incluso, no será jamás consciente de su deshonra. Si nada le importa, excepto el hecho de no estar en peligro y de sentirse feliz, se descuidará de una manera completamente lamentable.

Es seguro que un Samurai que no está preparado para morir, morirá de una muerte poco honorable. En cambio, si consagra su vida a preparar su muerte, ¿cómo podría tener un comportamiento despreciable? Uno debería reflexionar seriamente al respecto y armonizar su conducta en consecuencia.

Los tiempos han cambiado mucho en el transcurso de estos últimos treinta años.

En nuestros días, cuando los jóvenes Samurais se reúnen, hablan de dinero, de provecho, de pérdidas, de la manera de administrar su casa, de los criterios para juzgar el valor de la vestimenta, e intercambian opiniones profanas. Si otro tema es evocado, el ambiente se estropea y cada uno se siente vagamente a disgusto. ¡Qué estado tan lamentable éste al que hemos llegado! Antaño, hasta la edad de veinte o treinta años, un hombre joven no tenía ningún pensamiento para las cosas materiales o indelicadas, por lo tanto no hablaba de ellas jamás. Si, por accidente, en su presencia, los hombres de edad madura dejaban escapar de sus labios alguna reflexión fuera de lugar, se sentía tan afectado como si hubiera recibido una herida física. La tendencia nueva ha penetrado aparentemente mediante lo que los tiempos modernos aprecian al máximo: el lujo y la ostentación. Sólo el dinero tiene importancia. Es manifiesto que si los hombres jóvenes no tuvieran estos gustos de lujo, incompatibles con su situación, esta actitud errónea desaparecería. Por otra parte, alabar como ricos en recursos a jóvenes ahorrativos y parcos, es completamente despreciable. La frugalidad equivale a la ausencia del sentido del giri u obligaciones sociales y personales. ¿Necesito añadir que un Samurai que se olvida de sus obligaciones hacia los demás es despreciable, cobarde e indigno?.

EXTRACTO DEL “HAGAKURE” (El libro del Samurai).